EL MIEDO AL FRACASO COMO ARTISTA. EL COLIBRÍ AMARILLO.

Llevo casi 30 años trabajando como artista plástica, pronto cumpliré 50 años.
De los 20 a los 40 viví feliz en el mundo del arte. Tuve éxito y reconocimiento, los mejores años de mi vida.
Hubo un momento, coincidiendo con la crisis económica de 2008, en el que todo se detuvo, el mercado cayó, los museos se quedaron sin presupuesto, los coleccionistas cambiaron de intereses y todo se vino abajo.
Un gran miedo se apoderó de mí, el miedo al fracaso.
Miedo a ambos fracasos, al fracaso del reconocimiento y al fracaso de la mala acción.
Me temo a mí mismo por no poder aceptar los hechos y llegar a pensar que es mi culpa.
Creo que paso mucho tiempo volviendo a mis obsesiones.

EL MIEDO A LA ANSIEDAD, LA NECESIDAD DE LOS FÁRMACOS.

Tengo 49 años y soy artista plástico. La ansiedad, la angustia y el pánico han estado conmigo toda mi vida.
Me diagnosticaron un trastorno de ansiedad que causa depresión.
A menudo me siento nervioso, agitado y tenso cuando me enfrento a situaciones de la vida cotidiana que no representan un peligro real. Vivo con una sensación de peligro inminente que me provoca gran agitación y tensión.
Siento preocupaciones desproporcionadas en las que no puedo dejar de pensar y no puedo concentrarme en nada más. Si la intensidad de la preocupación aumenta, paso al nivel de trastorno de pánico.
Tengo un trastorno de ansiedad generalizada que se proyecta en trastornos físicos: aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada, sudoración, temblores…
La ansiedad ya está presente en mi infancia, no recuerdo mi infancia tranquila, la recuerdo nerviosa, con múltiples miedos. Me vienen a la mente imágenes de un niño inquieto. Hace años cada vez que veía a un niño decía pobre, ahora veo niños felices y cuando los miro me reconcilio con mi infancia.
Cuando era pequeño lo peor eran las pesadillas. Soñé que estaba en espacios grandes y deformados, tuve una sensación de inmensidad, de encontrarme perdido. Este sentimiento a veces se prolongaba durante el día y tenía mucho miedo de desaparecer en la inmensidad. Solía ​​ponerme muy nervioso y llorar mucho, todavía lloro mucho hoy.

LIBRARSE DE LA PRESENCIA DE LA MUERTE, EL COLIBRÍ BLANCO

Estoy deprimida y abatida, tengo problemas financieros. ¿Qué mas puede salir mal? ¿Tener un cáncer?
¡Tienes razón! Después de pasar los meses de verano con una de las peores recaídas de mis problemas de depresión y ansiedad y aún sin recuperarme, vino el cáncer.
Fue en el mes de septiembre que mi mente empezó a enviarme mensajes: tenía algo en el seno derecho. No podía sacarlo de mi mente e incluso sentía dolor, pero el dolor se iba cuando lo olvidaba. Me dieron una cita en la unidad de mama el 4 de octubre, mi 47 cumpleaños. No pensé que sería un día de mala suerte, todo lo contrario. Me pidieron una mamografía de rutina, el ginecólogo no sintió nada. Tengo la cita para el 15 de diciembre.
Ese día estaba muy nerviosa, molesta. Sentí un deseo abrumador de irme, pero sabía, como en todas las demás situaciones, que esa no era la solución.
Fui a hacerme una mamografía y salí con la noticia del cáncer.

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EL COLIBRÍ COLOR CARNE: EL MIEDO A LA FEALDAD

No soy fea, soy de belleza normal pero mi obsesión es que soy imperfecta.
Valoro la perfección y la armonía y no lo soy.
Siempre admiro a las otras mujeres que veo como perfectas.
Pero, ¿qué es perfecto? ¿Quién soy yo para juzgar esa perfección?
Mis referentes son modelos femeninas, actrices, cánones de belleza. Su totalidad es impecable y cada detalle sofisticado. Solo veo su exterior. ¿Cómo será su interior?, ¿cómo será su aspecto personal? ¿Serán felices? No es algo que me interese particularmente, solo me interesa su apariencia externa. Si escucho alguna mala noticia sobre sus vidas, reafirmo que no tienen una vida ideal; incluso algunas reconocen algún complejo. Pero esto no me libra de mis males.
Recuerdo que estos pensamientos comienzan en la infancia.
De niño me veía, no digo fea, sino inacabada, borrosa. Me costaba mucho verme físicamente y la referencia de mi apariencia estaba en las fotografías, yo era la de la foto, así me reconocía y en la foto era hermosa, lo que no estaba en armonía era mi interior. Yo tenía un interior triste.
Hasta el día de hoy los recuerdos de mi infancia están en las fotografías, son los únicos recuerdos que tengo, el resto se han borrado. Tampoco hay tantas fotografías, siempre me reconozco en ellas.
La adolescencia es parecida. Crezco hermosa pero me encuentro imperfecta.
Miro cada detalle de mi apariencia física y quiero cambiarla. Todos los días me obsesiono con una parte de mi cuerpo y trato de esconderla, de hacerla desaparecer. Comparo todas las imperfecciones de otras personas y busco un consuelo para las mías. Veo los defectos en los demás y me pregunto cómo pueden vivir así. Aún así, los veo bien, felices. Claramente el problema es mío, lo mío es una obsesión.

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EL COLIBRÍ NEGRO: RECUPERANDO LAS GANAS DE VIVIR. CAZAR A LA MUERTE. DESHACERSE DEL INSTINTO, IMPULSO, SUICIDIO.

Estoy listo para morir una vez más y siento la necesidad de contar todo lo que me sucede.
Tengo 47 años y he estado cerca de la muerte varias veces.
He escrito mi carta de suicidio 7 veces. Es mi forma de entender lo que me pasa, ponerle fin y reengancharme en la vida.
Tengo trastorno depresivo recurrente con pensamientos suicidas.
Los trastornos del estado de ánimo, y en particular la depresión, son responsables de la mayoría de los suicidios consumados.
Una de cada dos personas que se suicidan sufre un trastorno depresivo, por lo que este es el factor de riesgo más determinante para el suicidio.
No existe una única razón por la que las personas decidan quitarse la vida. El suicidio es el resultado de una serie de situaciones y factores (sociales, culturales, psicopatológicos y biológicos) que se combinan para generar una serie de conductas autolesivas que van desde la simple ideación pasajera hasta el suicidio consumado.
Mi tipo de pulsión suicida es melancólica: está relacionada con un estado general de fuerte depresión, tristeza excesiva que me hace incapaz de apreciar con normalidad las relaciones que mantengo con las personas y cosas que me rodean.
Soy un paciente con un estilo psicológico «integrador» (en el que el paciente acepta la enfermedad, se responsabiliza, trata de comprenderla, siente miedo a las recaídas pero trata de tomar el control).
Soy el tipo de paciente que, después de muchos años de lucha, acepta la enfermedad mental y trata de encajarla en su vida diaria. Tardé mucho tiempo en llegar a este punto… Nunca he tenido un intento de suicidio activo, aunque el instinto suicida me acompañó muchas veces.
Después de sufrir esta enfermedad durante muchos años, tuve que hacer grandes ejercicios de reflexión para poder entender y aceptar lo que me está pasando y así poder seguir viviendo.

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EL COLIBRÍ ROJO.
EL AMULETO DE AMOR MAS PODEROSO QUE EXISTE.

Vivimos en dos ciudades diferentes, separadas por 1200 km, nos vemos cada 15 días. A mediano plazo quizás podamos estar juntos, son nuestros propios trabajos los que nos anclan al lugar.
Mientras tanto, me desespero, estoy totalmente enamorado de ella y no quiero perderla.
Es la persona más fantástica que he conocido. ¡Ella es maravillosa!
Desde que nos conocimos, no puedo sacarla de mi cabeza ni por un segundo. Me acuesto y me despierto pensando en ella.
Ella es la única que quiero, y aunque no estaba en mis planes, me enamoré de ella.
¡La adoro! Es una mujer fascinante, es difícil no dejarse llevar por ella. Siento que estoy en una nube cada vez que estoy cerca de ella.
Lleva ya un mes conmigo a todas horas en mi cabeza, y lo peor es que me encanta que esté en mi cabeza.
Espero que nunca deje de quererme, aunque no esté enamorada de mí.
Amor, deseo y felicidad, eso es lo que me produce.
La quiero mucho. Me gusta amarla incluso cuando sufro.
Sabes que eres el único que quiero y lo único que necesito.
Cuando estoy con ella soy exactamente yo.
Me despierto y solo pienso en ella.
Y, ¿Qué piensas de mí?